Actividad
Bloque II: adaptación del cuento “TODA CLASE DE PIELES”
Había
una vez, en un país muy muy muy lejano, en un bonito castillo, vivían un rey y
una reina. La reina era la mujer más guapa de todo el mundo. Ellos se querían
mucho, y querían tener un bebé.
La
reina se quedó embarazada pero hasta que no naciese el bebé no iban a saber si
era niño o niña.
Cuando
esta dio a luz nació una niña preciosa, con el pelo rubio y los ojos claros.
Era la niña más guapa del mundo.
La
reina se puso muy enferma después del parto, y estaba a punto de morir. El rey
se puso muy triste y fue a verla. Y ella le dijo que cuidase de la niña y que
volviese a casarse, pero había una condición… que la mujer con la que se
volviese a casar tenía que ser más guapa que ella. Eso iba a ser un problema
porque la reina era la mujer más guapa del mundo.
Finalmente
la reina murió y el rey se quedo muy triste. Cuidaba a la niña como si fuese un
tesoro. No se separaba de ella, era una de las cosas que le recordaba a su
difunta esposa. Solo tenía ojos para ella.
Fue
pasando el tiempo y los consejeros del rey veían que no se iba a volver a casar
y que el reino iba a desaparecer. Entonces el rey dijo que le buscasen una
esposa pero con la condición que tenía que ser más bella que su mujer.
Buscaron
muchísimas princesas pero ninguna era más guapa que la reina muerta, buscaron
entre las hijas de los nobles y ninguna era más guapa que la reina muerta.
Fueron
pasando los años y no habían encontrado una mujer más bella que la reina. En
todo este tiempo la princesita seguía creciendo hasta que llego a los 15 años y
el rey seguía sin casarse.
Una
mañana en los jardines de palacio, mientras la niña jugaba, el rey la estaba
observando por la ventana. Se dio cuenta que esa princesita se había convertido
ya en una mujer. Que era la mujer más guapa que había visto, había heredado
todo de su madre: los ojos, el pelo, la sonrisa… era la mujer más guapa de todo
el mundo.
Al rey
se le metió en la cabeza que se tenía que casar con su hija, y fue a hablar con
ella. La princesa se quedo sorprendida y lo vio como una autentica locura. Ella
le quería como un padre no como nada más.
El
padre no dejaba de insistirla hasta que llego el día que el padre la dijo que
se tenía q casar con el sí o sí, ella no tenia elección.
La
princesa que era muy lista tenía que ganar tiempo. Y le dijo a su padre que
como regalo de pedida quería: un vestido tan dorado como el sol, un vestido tan
plateado como la luna y un vestido tan brillante como las estrellas. El padre
accedió a la petición. Y se los pidió a sus consejeros.
Removieron
cielo y tierra para conseguir esos vestidos. Después de dos años el rey ya
había conseguido los vestidos y se los enseñó a su hija.
La
princesa se puso muy nerviosa porque no creía que su padre iba a conseguir esos
vestidos. Ella seguía sin querer casarse con su padre y le hizo otra petición.
Quería un abrigo que tuviese toda clase de pieles. Que el abrigo llevase un
pedacito de todas las pieles del mundo. El padre accedió y volvió a repetir lo
que había hecho con los otros vestidos.
Cuando
la princesa cumplió los 19 años su padre le trajo el vestido. Era un abrigo muy
grande, muy largo, con capa y capucha.
Esa
misma noche no paro de dar vueltas en la cama. Y tomó una decisión: irse de
casa. Cogió una bolsa donde metió: el vestido tan dorado como el sol, el
vestido tan plateado como la luna, el vestido tan brillante como las estrellas
y una cadena que pertenecía a su madre que llevaba una medalla de la virgen,
una rueca y el anillo de bodas de su madre.
Se
tizno la cara y las manos y se puso el abrigo de toda clase de pieles y se fue
por la noche al bosque.
Se paso
días y días en el bosque escondiéndose por el día para que nadie la pudiese
ver.
Una
noche estaba escondida en un árbol y empezó a escuchar caballos, perros,
disparos…era una cacería. Los perros enseguida la olieron. Y se acercaron a
ella. Y salió y hablo con los caballeros para que no la matasen. La preguntaron
que quien era, pero ella estaba
preocupada de que no la descubriesen y se ocultaba bajo el abrigo de toda clase
de pieles.
La
llevaron a palacio, ella sabía que no era el de su padre pero no sabía dónde
estaba realmente.
La
llevaron a las cocinas para darle de comer y le preguntaron al cocinero si
necesitaba una ayudante. El cocinero aceptó enseguida. E inmediatamente enseño
a la princesa a trabajar en la cocina. Era un hombre muy cariñoso y a medida
que fue pasando el tiempo él la trataba como si fuese su hija. En todo ese
tiempo la princesa no se quitaba el abrigo de toda clase de pieles para que no
la descubriesen.
Pasaron
los días, los meses, y un día se enteró de que el príncipe de su castillo iba a
buscar esposa. Como era normal en esa época, para que el príncipe conociera a
una princesa, se hacia un baile al que acudían todas las princesas de otros
reinos. Ese baile duraba 3 días.
La
princesa y el cocinero tenían mucho trabajo, ya que tenían que preparar los
manjares para esa gran celebración.
Cuando
acabaron de hacer todo, le pidió permiso al cocinero para ir al baile. Ella no
solo quería ver como era el baile, sino que quería ver al príncipe que le había
gustado.
El
cocinero accedió pero la dijo que tenía que estar antes de que acabase el baile
porque tenían que recoger y prepararle al príncipe el consomé de todas las
noches.
Subió
corriendo a su habitación y se preparó para bajar al baile. Se peino el pelo,
se limpio la cara y se puso el vestido tan dorado como el sol.
Era tan
bonita y el vestido era tan radiante, que enseguida el príncipe se fijó en
ella. Y bailaron unos cuantos bailes. Ella estaba que se moría de felicidad.
Cuando
terminó el baile subió corriendo a la habitación, se quito el vestido, se tizno
la cara, se puso el abrigo de toda clase
de pieles y se bajo a las cocinas.
El
cocinero estaba tan liado que la dijo que preparase el caldo y se lo subiese al
príncipe. La princesa hizo lo que el cocinero le había dicho. Se lo subió al
príncipe y dentro del caldo le hecho la virgencita del colgante de su madre. Le
subió el caldo al príncipe y se fue a dormir.
El cocinero
seguía en la cocina cuando bajo el príncipe. Este le preguntó que quien había hecho
el caldo. El cocinero para asumir la responsabilidad por si algo había salido
mal le dijo que había sido él.
El príncipe
le dijo que era el mejor caldo que había probado nunca. Pero que en el fondo había
una virgen de oro, y le pregunto qué de quien podría ser… el cocinero se quedo
sorprendido y le pidió disculpas.
Al día
siguiente era la segunda noche de baile. La princesa bajo como de costumbre a
la cocina a ayudar al cocinero y como la noche anterior le pidió permiso para
acudir al baile.
Una vez
terminadas las labores, la princesa se subió a la habitación se limpio la cara,
las manos, se peino y se puso el vestido tan plateado como la luna.
Esa noche
fue mejor que la anterior, estuvo toda la noche bailando con el príncipe y
antes de que terminase el baile volvió a su habitación a tiznarse la cara las
manos, se puso el abrigo de toda clase de pieles y bajo a la cocina.
Allí le
esperaba el cocinero y le dijo que al príncipe le había gustado mucho el caldo
que lo preparase otra vez y que se lo subiese.
La princesa
como era muy obediente y le encantaba el príncipe así lo hizo y le metió la
rueca del colgante de su madre. Le subió el caldo y se fue a dormir.
Cuando el
príncipe se terminó el caldo encontró la rueca… ya estaba extrañado porque no sabía
que estaba pasando.
Al día
siguiente era el último día del baile. El príncipe esa noche tenía que elegir esposa.
La princesa
como de costumbre se preparo para bajar a la cocina y una vez que había hecho
todo se subió a la habitación para prepararse.
Esa noche
estaba mucho más guapa que las anteriores… se puso el último y el más
espectacular de los vestidos. El vestido tan brillante como las estrella.
Estuvo horas
y horas bailando con el príncipe, estaba tan cómoda con él que no se había dado
cuenta de la hora. Corrió hacia las cocinas, no la dio tiempo a tiznarse las
cara ni las manos, simplemente se coloco el abrigo de toda clase de pieles y se
fue corriendo a la cocina.
El cocinero
la estaba esperando nervioso, y le dijo que corriendo corriendo preparase el
caldo y que se lo subiera al príncipe.
Ella así
lo hizo, preparó el caldo y metió el último colgantito que le quedaba en la
cadena, el anillo de boda de su madre.
La princesa
subió a la habitación del príncipe, llamó a la puerta y le dejó el caldo. Pero ese
día fue diferente a los anteriores. El príncipe la pidió que se quedase hasta
que se terminase el caldo. La princesa estaba atacada, no sabía porque el príncipe
le había pedido eso.
El príncipe
estaba a punto de terminarse el caldo y empezó a hacerla preguntas, le dijo que
las noches anteriores había encontrado unos colgantes de oro dentro de su caldo
que si ella sabía de quien podrían ser. Ella nerviosa y con la voz temblando le
dijo que no sabía.
El príncipe
se había terminado el caldo y encontró el ultimo colgante, el anillo de su
madre. Le preguntó que si sabía lo que era. Ella le dijo un anillo. El príncipe
le dijo,¿ y sabes de quien es? La princesa no sabía qué hacer, que decir… y con
voz nerviosa le contesto: no señor.
El príncipe
se levantó y se puso delante de ella y la dijo: yo si se dé quien es… es la
pareja del anillo que tienes en la mano derecha que te he puesto durante el
baile esta noche. La princesa se miró la mano y así era… había estado tan feliz
durante el baile que no se había dado cuenta de que tenía un anillo.
El príncipe
la quitó el abrigo de toda clase de pieles y la preguntó q si se quería casar
con él.
La princesa
le dijo que si sin pensarlo…
Y así
fue como pasó todo… se casaron fueron felices y comieron… caldo!!!!!
Bien. No puedes mantener la intención de incesto en un cuento para infantil...
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